A día de hoy se estima que hay unas 500 asociaciones cannábicas registradas en España, la mayoría en Cataluña y el País Vasco. Pese a que siempre hemos sido un país porrero, la proliferación de estos clubes en los últimos años ha supuesto un cambio radical en la manera en que la maría se consume y produce. Además, el modelo de asociación parece ser una manera de acercar la legitimación del consumo del cannabis, sin recurrir al modelo de los coffee shop, y dentro de las leyes vigentes.
Más que en una laguna legal, las asociaciones cannábicas operan en una marisma de lagunas interconectadas. He dañado mi cerebro varias veces intentando explicar esto en varias ocasiones pero básicamente funciona así: la ley permite tener en un mismo local una cantidad de maría correspondiente a la que se les está permitido tener a sus socios para consumo propio. Por eso, si eres socio de un club, no estás comprando un peta, si no ‘recogiendo’ lo que te corresponde. En teoría lo mismo se extiende al autocultivo, permitiendo a las asociaciones a tener plantaciones colectivas donde el cannabis se cultiva y cosecha para los socios.
Los clubes de cannabis ofrecen a sus miembros una mejora en la calidad del producto, una dependencia menor del mercado negro, un fin a las guerras y una mejora en el sabor de la pizza. Es un punto de vista que muchos partidos políticos se están tomando en serio. En el País Vasco ya se ha abierto un procedimiento parlamentario para estudiar la regularización de las asociaciones y se espera lo mismo en Cataluña hacia finales de año.
Aunque existen varias federaciones de asociaciones, la FAC es la más antigua y más grande. Hablé con su portavoz, Martín Barriuso, sobre su experiencia a la vanguardia del movimiento y por qué es tan importante regularizar el funcionamiento de los clubes.
VICE: Hola Martín. ¿Dónde estás ahora? Cuando hablamos ayer me dijiste que estabas en un pueblo y no se escuchaba bien…
Martín Barriuso: Sí, estoy en la granja que tenemos mi mujer y yo. Nos dedicamos a la agricultura ecológica. Yo ya empecé a tope cuando nos cerraron la asociación, hace casi dos años.
Me han contado desde la FAC que vuestra asociación fue algo pionero en España.
En el año 97, aquí en el País Vasco, hicimos una plantación que se pudo cosechar. Era una plantación colectiva donde participaron unas 200 personas incluyendo políticos, sindicalistas, artistas, y demás. Los catalanes habían hecho una pero se la había quitado la policía y acabaron condenados. En cambio, en la nuestra conseguimos cosechar. Después repetimos en el 99 y 2000, y como nos dejaban tranquilos, nos dejaban cultivar sin problemas.
Espera, ¿has dicho 200 personas? ¿De cuánto fue esa primera cosecha?
Ufff, no la llegamos a pesar pero había unas 600 plantas. Aquello era como un bosque, je je. La verdad es que allí hubo cientos de kilos de marihuana. Cada uno fue cogiendo su parte y luego la secó en su casa porque no teníamos una infraestructura lo bastante grande como para secar todo eso.
¿Y de allí a los clubes de fumadores?
En el 2001 se empezaron a crear los clubes. El primero se creó en Cataluña en realidad, pero no puso en marcha el cultivo, simplemente crearon la asociación pero no llegó a funcionar como club y seguido, en el 2002, en el País Vasco se crearon varias simultáneamente. Pero el boom vino bastante después, en el 2008, 2009 y 2010 más bien.
¿Por qué crees que se ha producido este cambio? Es decir, que en los dos últimos años sean mucho más populares. ¿A qué se debe?
Creo que ha habido mucha gente…. Bueno, primero, consumidores que han visto la oportunidad de organizarse y salir del mercado negro, y por otra parte bastantes listillos que han visto una oportunidad para hacer un negocio rápido haciéndose pasar por asociaciones. Por eso ha habido de todo: hay asociaciones genuinas, digamos y luego unas asociaciones que… bueno… que no están ayudando a construir una alternativa al mercado negro si no más bien se aprovechan de la situación.
¿En qué sentido?
Lo que está pasando en el caso de toda España y en el País Vasco en particular es que hemos pasado de ser un país importador de cannabis a ser exportador. España sigue siendo el punto de paso del hachís marroquí hacia Europa, pero también hay marihuana española que se está vendiendo en Holanda, en Gran Bretaña, en Francia, etc. aprovechando la tolerancia que hay aquí para hacer negocio en otros países. Sí se ha producido un descenso del tráfico de hachís, pero, bufff… Aquí el otro día saltó un caso de un chico muerto a tiros a 500 m de una casa donde encontraron una plantación enorme de marihuana que parece que estaba destinada al mercado negro porque también encontraron armas. Entonces, digamos, que lo más alarmante es que, aprovechando la tolerancia, las mafias puedan instalarse aquí y utilizar esto como plataforma para exportar a otros países.
¿Pero no existe el peligro de que la regularización haga que esto sea más fácil?
Yo creo que esto será más difícil a medida que la regulación sea más clara y que haya unas medidas de control por parte de la administración. Si esto se deja ahí, sería igual a lo que pasa con la prostitución. Una parte de la economía de la prostitución es más o menos limpia, digamos, porque son las propias mujeres las que lo gestionan. Pero también hay mafias y eso es debido a la falta de regulación. Por eso nosotros exigimos una regulación clara y un control de la administración. Al mismo tiempo que nos están controlando también, de alguna manera, nos están protegiendo.
Tiene sentido. Esto nos lleva a donde estáis ahora, con la consulta sobre la regularización de los clubes de cannabis presentada al parlamento vasco. ¿Cómo ha sido el proceso?
Nosotros, en el año 2009 ó 2010, empezamos los contactos con los grupos del parlamento vasco para pedir seguridad jurídica, explicando nuestra situación de cómo creemos que nuestra actividad es legal, cómo creemos que es positiva desde el punto de vista de la salud pública y seguridad ciudadana y que veíamos que la policía no tenía criterios para actuar, que en cada sitio actuaba de una forma diferente y que no teníamos seguridad. De lo único que se va a ocupar esta ponencia es de hacer una propuesta para regular legalmente la actividad de los clubes sociales de cannabis para evitar que la policía intervenga en casos en los cuales no hay delito. En principio cuenta con el apoyo de todos los grupos del parlamento. Se aprobó por unanimidad, algo que nos parece muy positivo y creemos que cuando acabe su trabajo, que será el año que viene seguramente, pues podremos tener algún tipo de propuesta o protocolo policial. El problema va a ser que conteste el gobierno español, porque al fin y al cabo estamos hablando del código penal y eso lo tiene que cambiar el parlamento español. De momento el gobierno de Rajoy no parece tener ganas de cambiar nada.
Fuente: Vice