Antes de empezar a consumir marihuana pesaba 38 kilos. Sufro con frecuencia ataques de migraña y epilépticos y cuando los tengo huelo un olor químico. Debido a este olor no puedo contener nada de lo que como o bebo, muchas veces ni siquiera el agua. Cuando enfermé tanto, cambió mi vida por completo. A veces es tan grave que no soy capaz de contener las lágrimas, porque siento tanto dolor y tengo tanta hambre, que no puedo comer nada. Mi marido, John, estaba cansado de ver como me mandaban de médico en médico sin que cambiara nada. Estaba tan enferma que parecía una muerta. Y también me sentía como tal.
Mi marido dijo que encontraría la manera de ayudarme, incluso si le costase la vida. Se sentía desesperado y cansado de ver como yo iba muriendo lentamente. Ahora que he empezado a consumir marihuana peso 49 kilos. Ha sido un camino dificil, pero lo he conseguido. Estoy contenta que mi marido me haya dado esta planta y no me avergüenzo de ello, porque me ha salvado la vida. Los últimos años han sido un infierno para mí. Me tenían que lavar, llevarme en brazos al servicio e incluso darme de comer. Todo esto lo ha tenido que hacer mi marido y sé que para él es muy duro. Me siento tan culpable que tenga que hacerlo todo por mí cuando no puede encontrar esta medicina. Él dice que es su deber como marido y que no le importa cuidar de mi, porque me ama incondicionalmente. Pero aún así me siento culpable, porque sé que se merece una vida sin el estrés que conlleva cuidar a su esposa enferma y preocuparse por la manera de conseguir mi medicina. Se merece una medalla por todo lo que hace por mí.